Nació en San Juan, Puerto Rico. Hijo de padre contable que trabajaba para una multinacional de productos médicos, Carlos Manuel Lozada Serrano, y de madre trabajadora social, Marlene Milagros Rodríguez González. “Ahí está el compromiso con la comunidad y por el servicio”.
Su abuelo materno era doctor, fue una de las influencias más importantes al escoger su carrera. Se trata de José Rodríguez Pastor. “Fue desde un pueblito en la cordillera central de Puerto Rico, Cayey, hasta Estados Unidos. Llegó a estudiar Medicina trabajando al tiempo en varios empleos, estudiando a la par. Esto sin poder volver a Puerto Rico hasta que acabó de estudiar. Crecí oyendo las historias trabajando como médico, tratando tuberculosis porque era doctor de medicina pulmonar. Su historia como médico hispano formado en Estados Unidos a principios del siglo XX fue mi inspiración”.
Recuerda además que escribió un diario de su época de estudiante. “Yo crecí con la historia de la pandemia de influenza que él me contaba que pasó cuando era estudiante. Fue una inspiración en términos de escoger la carrera y dedicarme al servicio, especialmente a sociedades como el Colegio Americano y PANLAR”.
Las palabras para traer al presente a su abuelo no son pocas. En sus memorias está también que fue uno de los fundadores del Hospital del Niño en Puerto Rico, “siempre me enseñó que había que darle un valor bien alto al servicio. No solo tener tu carrera sino usarla para tratar de ayudar a la sociedad y la comunidad a mejorar”, dice.
Del grupo de amigos que lo acompañó toda la infancia hay cuatro doctores con los cuales todavía está en contacto. “Crecí con un grupo de amigos en San Juan que compartían también el interés por la medicina”. Lo resume como “una niñez muy feliz” a pocos metros de la playa.
Se trasladó a la Universidad de Pensilvania, para luego irse a la Escuela de Medicina en la Universidad de Puerto Rico, donde conoció a su esposa y al acabar los estudios se casó. Luego hizo medicina interna en la Universidad de Cornell, en Nueva York.
Siguiendo el interés en el servicio, en 1994 llegó a la Universidad de Miami a trabajar, era su primer trabajo. Buscaba un hospital público, y ese fue el Jackson Memorial, allí combinó con su pasión de ser profesor, de enseñar. Posteriormente fue director del programa de reumatología, desde 1996 hasta la fecha. “Mi interés era clínico y también dirigir el programa de formación y educación de reumatología”, afirma.
“Desde la década de los 90 estoy dirigiendo el centro de formación y graduamos dos reumatólogos cada año. con diversas nacionalidades”, ese, considera, ha sido otro de los placeres, entrenar gente hispana que ha servido al continente.
Inicialmente su interés fue encaminado por la osteoartritis. Lo ha continuado a lo largo de los años, era en términos de aspecto clínicos y su manejo, sobre eso ha publicado muchos papers en esa área y también capítulos acerca del diagnóstico y manejo de la enfermedad. “Esa ha sido mi área de interés original, pero también a través de los años he tenido interés en el manejo de las artritis inflamatorias”, añade.
INTERÉS EN LA REUMATOLOGÍA
Lozada explica que la reumatología usualmente interesa por comprender el funcionamiento del sistema inmune en salud y en enfermedad. Todo el interés en la inmunología es fundamental. “Otro aspecto, también mi caso, hay mentores que guían, ese fue Richard Furie”, destaca, reconociendo el aprendizaje por la relación con los pacientes, la investigación y, detrás de todo, la vocación de servicio.
En este campo, señala, tienes una relación de por vida con el paciente. No es una especialidad que ves al paciente por una semana o un corto tiempo, la esperanza es que podrás ayudarlo a mejorar su vida y esa relación médico-paciente se dará por mucho tiempo. Eso era precisamente lo que atraía.
En resumen: el interés en la ciencia y el contacto con alguien que es un ejemplo y la relación a largo tiempo con el paciente se resume. “Nosotros los ayudamos a ellos y ellos a veces nos ayudan a nosotros”.
Construir esa relación es un proceso que establece retos a medida que pasa el tiempo. Asegura que hace muchas décadas el médico tenía más tiempo. En el mundo moderno todo es más rápido.
“Lo que es fundamental es tratar de dedicarle la atención completa a ese paciente cuando nos visita, que sienta que uno de verdad está escuchando lo que tienen para decir. Para ellos es importante no solo decirnos los síntomas sino cómo se sienten, cómo han afectado su calidad de vida y sus familias. La reumatología es una especialidad que requiere tiempo para hacerla bien, tiempo para dedicarle al paciente, prestar atención a lo que dicen. En la mayoría uno solo escuchando lo que dicen, a veces sin hacer un examen físico, tienes una idea de qué tiene. La historia clínica y lo que dice el paciente es lo fundamental”, dice.
En cada encuentro hay una enseñanza, en cada consulta una lección aprendida. Así como en cada clase o asesoría a sus estudiantes. “Los pacientes me han enseñado su perseverancia, optimismo. Te sorprenden con la capacidad que tenemos los seres humanos para sobrepasar obstáculos y vivir vidas exitosas, dando de ellos lo que pueden, buscan pasar obstáculos y dar lo mejor a los demás. La capacidad humana para ser humano, para ayudarnos los unos a los otros y confrontar los retos que nos da la vida”.
Los estudiantes, agrega, dan la lección de ser humildes. “Siempre aprendemos de ellos, tienen las preguntas precisas, investigar más allá de lo que uno creía que ya sabía. Eso es rejuvenecedor, tener contacto con los estudiantes de Medicina, los residentes y los que están estudiando reumatología”.
“El hecho de que siempre en la medicina las cosas están cambiando, estamos aprendiendo más, hay maneras nuevas de ver e investigar los problemas. En parte eso es fundamental a lo que hacemos asociaciones como PANLAR y el Colegio Americano de Reumatología. Tratar de apoyar a los investigadores jóvenes a que tengan carreras exitosas, sigan formulando estas preguntas y nos sigan retando. La medicina no puede ser estática, tiene que continuar en evolución y enfrentarse a nuevos retos como el de este año”, detalla.
PANLAR
Su llegada a la presidencia de PANLAR implica retos, y como él mismo lo afirma, algunos se prevén, algunos que no. “En PANLAR tenemos la meta de tratar de continuar mejorando en varios aspectos: uno es el ser un proveedor cada vez más importante de material educativo y de formación para los reumatólogos en todas las etapas de su carrera”.
Explica además que ahora se viene haciendo el congreso de manera anual, “estamos también teniendo más actividades educativas virtuales el resto del año”, agrega.
Pero hay algo más en esta lista. Él, liderando PANLAR ahora busca tratar de que llegue a todos los rincones del continente. “En eso, lo inesperado que ha sido la pandemia, ha existido un pequeño lado positivo y es que nuestra habilidad de usar la tecnología ha mejorado muchísimo. Todo el hecho de hacer visitas, reuniones y consultas virtuales existía, pero había una resistencia a hacerlo, a los seres humanos nos gusta vernos en persona, compartir. Pero hemos avanzado años en estos meses en términos de hacer programas educativos virtuales, reuniones, y la esperanza de difundir conocimiento efectivamente”, sostiene.
La otra cosa que PANLAR ha estado tratando de hacer, con éxito también y espera hacerlo con más firmeza, es apoyar la investigación a través de las Américas. “Tenemos la unidad de investigación que esperamos solidificar y más allá está en una posición de apoyar iniciativas para darle respaldo a investigadores, particularmente jóvenes”.
“Como educador, además, tengo otra meta adicional y es ver cómo podríamos tener una influencia en la educación de los residentes en reumatología a través del continente, ver cómo podemos ofrecer recursos en este aspecto en términos de solidificar la reumatología. Ese ha sido un interés mío desde hace muchos años con el objetivo de que se entrenen más personas en reumatología”, afirma.
LA APROPIACIÓN DE LA TECNOLOGÍA
Estamos en una situación que nadie quería en términos de que en el mundo todos vivimos una pandemia, sin embargo, cuenta Lozada, en medio de todo se puede resaltar un aspecto positivo: el de desarrollo de la tecnología de manera acelerada. En sus palabras “que se puede utilizar ahora de una manera que sin esta situación se habría dado en unos años”.
“Ahora podemos utilizar esto para educar y para ver a nuestros pacientes, hubo meses en 2020 que en mí caso estábamos viendo pacientes por telemedicina 100%, ahora estamos regresando al centro médico y visitas personales. Eso es algo que en algún grado permanecerá, el tener disponibles ciertas horas en las que se pueda ver pacientes en telemedicina”, destaca.
Esto ayuda a proveer educación a los pacientes, pero también en términos de ver a los pacientes, “de aquellos que viven lejos de los centros urbanos donde los reumatólogos tendemos a concentrarnos, esos pacientes ahora tienen la esperanza de una mejor oportunidad de ver a los doctores sin tener que viajar horas y horas cada vez que tienen una cita”.
VIDA PERSONAL
“Siempre ha sido un intercambio bueno”, dice al reconocer que en su casa la medicina reina. Su esposa, Janet Sariego Rivera, es fisiatra, por lo cual, asegura, están en especialidades afines.
“Tener conversaciones con ella ciertamente me ha hecho apreciar el hecho de que el cuidado de nuestros pacientes es multidisciplinario. Podemos hacer un excelente trabajo como reumatólogos, pero si no tenemos esas buenas relaciones con el equipo de salud, incluiría a ortopedistas, fisiatras, y profesionales relacionados, no estamos ofreciéndole al paciente lo que tal vez sí podríamos. El tener un equipo multidisciplinario cuando se puede nos ayuda y ayuda a nuestros pacientes a tener lo mejor de cada especialidad”, afirma.
Tiene dos hijos, Carlos Antonio Lozada y José Manuel Lozada. Carlos está estudiando el área de psicología, “no es medicina per sé, pero está relacionado”. Y el menor, José Manuel, está estudiando biología. Seguido de esto agrega en medio de risas, “están empezando todavía”.
Adicional a la medicina y su vocación de servir y enseñar a otros, tiene un interés bastante grande en historia. Revela que lo que lee extracurricularmente tiene que ver con ello, americana, europea, latinoamericana, el libro que siempre esté leyendo es de ese tema.
“En términos de deporte lo que siempre he jugado más para distraerme era baloncesto, nunca era lo principal que hacía, pero sí lo practicaba a menudo así como un poco de tenis. En Puerto Rico tienes que jugar béisbol, no hay manera que no, entonces de pequeño lo hice. Ser espectador me encanta, vamos a juegos de baloncesto, fútbol americano. Además he desarrollado un gusto por el fútbol, que en Puerto Rico cuando crecí no se veía tanto”, cuenta.
Tiene metas claras. A nivel personal es ver a sus hijos crecer y estar a su lado para compartirlo, y en el ámbito profesional tiene un reto con PANLAR: “Verlo crecer en cuanto a lo que podemos hacer en educación y apoyo a la investigación, son las dos cosas en las que nos enfocaremos. Crecer la organización, que podamos tener más recursos para ofrecer al continente”, asegura.
Adicionalmente, como director de la división de reumatología en el Centro Médico de la Universidad de Miami también busca fomentar el crecimiento de la investigación y la formación de reumatólogos y es precisamente en este cargo que obtuvo hace unas semanas el reconocimiento “Distinguished Fellowship Program Director Award” por parte del Colegio Americano de Reumatología..
“Serán unos años con muchos retos y muchas metas, tanto en la división como en PANLAR”, señala.
“Ahora sí me la pusiste difícil” responde con risas luego de ser preguntado por cuál es su mantra personal y motivación a la hora de empezar nuevos retos. “Tiendo a perseverar en términos de que aunque se vean las cosas difíciles y no funcionen, examinas, modificas y tratas otra vez. Soy bastante persistente, si la meta lo merece. Y ciertamente las metas de PANLAR son muy importantes”, asegura.
Agrega que trata también de escuchar a todos y de tratar de incorporar las nociones importantes que proponen, buscar con eso formar una estrategia o un plan que pueda apoyar a todo el mundo en el grupo.
Así es como comienza un nuevo desafío. Un deseo de que PANLAR crezca y eduque, sea el respaldo a los investigadores y, además, sea referente continental. Todo bajo el parámetro de la autoexigencia, del trabajo en equipo y de diferentes estrategias. Un reto liderado por aquel nieto que creció con historias de un abuelo dedicado al servicio y que con los años busca continuar ese legado.