Su vocación fue creciendo, así la relata. Enrique Soriano, nacido en Buenos Aires, no sintió como muchos ese llamado desde pequeño por ayudar a los demás en el campo médico, pero la vida poco a poco lo fue llevando por ese camino, una vocación que se hizo más fuerte a medida que estudiaba, aprendía y -quizá lo más importante- investigaba.
En sus palabras dice: “La realidad es que cuando terminé la secundaria no tenía muy claro qué era lo que quería ser. Me inscribí para hacer Ingeniería y Medicina. En su momento, como eran dos exámenes diferentes, opté por Medicina, pero sin una vocación muy fuerte. A lo largo de la carrera me fue gustando y me recibí contento de la Universidad de Buenos Aires”. Tal vez la única relación que había tenido previamente con la Medicina se trataba de su abuelo, él era médico; sin embargo, no lo conoció porque falleció antes de su nacimiento, entonces todo lo relacionado a este mundo médico sería nuevo para él.
Y así poco a poco fue descubriendo lo que quería ser.
Para la residencia nuevamente hizo el examen y entró al Hospital Italiano de Buenos Aires para Medicina Interna por cuatro años. “Al terminar tuve dos ofrecimientos para quedarme trabajando en el hospital, uno era para neumonología y el otro reumatología”. Otra vez ante dos opciones, otra vez debía escoger el hoy presidente de PANLAR.
El jefe de reumatología en aquel momento, el doctor Luis Catoggio, había estado muchos años en Inglaterra “y además de buena persona”, como lo describe Soriano, tenía mucho conocimiento, gusto por hacer trabajo científico, por la investigación. A él le gustaba la especialidad y también el hecho de hacer investigación.
Cuenta fue fue así como se quedó. “Me formé en el curso superior de reumatología y posteriormente tuve la oportunidad de hacer un año de formación en Inglaterra en el Royal National Hospital For Rheumatic Diseases ahí se hace mucha investigación y tuve la posibilidad de publicar tres trabajos científicos. A partir de ahí volví y seguí haciendo reumatología en mi país”, dice.
RECUERDOS DE INFANCIA
Vivió en San Isidro, considerado el núcleo histórico en la zona norte del gran Buenos Aires, con más de 300 mil habitantes. Hizo su primaria y secundaria ahí. Recuerda perfectamente cómo fue esa época y la describe con cierto tono de nostalgia, evidentemente emocionado. “Tuve una infancia de barrio, jugar a fútbol en la calle, salir en bicicleta, después pasaba mucho tiempo en una finca que tenían mis padres a unos 200 kilómetros de la capital. Vacas, prados, caballos… Pasaba muchos veranos y fines de semana ahí. Eso me gustaba mucho”. Después tenía lo que él califica como “un muy buen grupo de amigos”, con ellos jugaba al rugby cuando era chico.
Avanzando en el tiempo, destaca que de la reumatología siempre le gustó que es una especialidad muy clínica, requiere bastante conocimiento de clínica médica, “mucho relacionado con el interrogatorio y el examen físico, además había muy buen nivel de investigación clínica”. Siempre se ha dedicado a la investigación clínica, nunca a la investigación básica. Es claro y reiterativo en decirlo.
Si debiera darle una definición, esa sería: “enfermedades difíciles, no bien definidas, da la posibilidad de hacer análisis de casos, características de la población, hay muchas cosas de descripción. Eso siempre me gustó de la reumatología”. Además, destaca, el muy buen nivel en general de los médicos que la hacían, “a veces eso lo notaba diferente de otras especialidades. Ha sido una muy inquieta”.
Ahora está feliz. Cuando habla de su lugar de trabajo lo hace con una descripción clara, con elogios, como si la vida le siguiera sonriendo con esa vocación que un día descubrió, esa que pudo más que la Ingeniería y que él años después supo. “Es un hospital muy grande, universitario, tiene formación de médico por lo cual facilita mucho la investigación”.
Destaca que allí hacen mucha investigación propia, pero también a partir de los últimos años y de cierto trabajo con la Sociedad Argentina de Reumatología han avanzado en investigación multicéntrica.
La línea de investigación del doctor Soriano es fundamentalmente la artritis reumatoidea, espondiloartritis anquilosante, artritis psoriásica y enfermedades autoinmunes como lupus. “Siempre investigación clínica”, recalca una vez más.
FÚTBOL, RUGBY Y SERIES
No todo es reumatología, tampoco es investigación 24/7. Su vida también tiene otros horizontes. “Me gusta mucho hacer deporte, jugar tenis, paddle. Hacer deporte es una de las cosas que más me gusta”, destaca, con gracia dice también que después no tiene muchos otros hobbies “aparte de eso”.
Es hincha de River Plate y sigue a otros equipos internacionales de fútbol. Además le gusta mucho el rugby, es otro de los deportes que sigue.
“Mi mujer es médica también”, dice al hablar de su familia. Se trata de Daniela Epstein. Tiene tres hijos, Francisco, de 32 años y abogado, y mellizos de 19 años, “que acaban de terminar el colegio, Felipe estudia ingeniería y Sofía teatro”.
Le gusta mucho Rod Stewart y toda la música de esa época. Algunas otras cosas mezcladas como La oreja de Van Gogh. Básicamente la música de los 90. “Me gusta mucho todo lo que es películas o series relacionados con la Edad Media, etapa de los Vikingos, la época de Inglaterra medieval, todo lo que sea del orden de lo épico y de guerra relacionada con esa época, de las espadas. Series como Britania, Vikingos o GOT”.
Él no tiene ese “siempre decía” característico de muchos. “Hay gente que siempre recuerda ‘fulano o mengano me dijo’, yo no”, dice con sinceridad.
SU CAMINO EN PANLAR
Su historia con PANLAR viene de años atrás. Lo recuerda claro, ahí convergen la investigación, los amigos y la medicina. Tres elementos clave en su vida.
Fue “hace muchos años”, dice. Cuando participó del arranque del Grupo Latinoamericano de estudio de Artritis Reumatoidea GLADAR y el Grupo Latinoamericano de estudio del Lupus GLADEL. “A partir de eso había cierto conocimiento y entendimiento con mucha gente de Latinoamérica, por lo cual en determinado momento, ya estando en la Sociedad argentina de reumatología fui propuesto como uno de los representantes regionales y ahí fue cuando entré a PANLAR”, rememora.
A partir de ese momento fue parte del cambio, lo que llaman el nuevo PANLAR. “Había un grupo de médicos que empezábamos a querer trabajar diferente en PANLAR, eso me gustó mucho y me sumé. Tuve la suerte de ser elegido primero tesorero y después de algunos años presidente electo. Congeniamos bastante bien en lo que queríamos de objetivos y lo que queríamos hacer”, destaca.
Hasta ese momento era algo más chico que “tenía poco peso en la sociedades nacionales”, poca presencia y que “hacía un buen congreso primero cada cuatro años, después cada dos, pero muy basado en las actividades de la sociedad que organizaba el congreso”. Se propusieron entonces que PANLAR tomara el mando de las acciones que estaba haciendo y se reforzara como estructura, una organización más fuerte, con estatutos y leyes. “Se pudo también establecer como una organización sin fines de lucro en Estados Unidos”.
LO QUE SIGUE
Tiene muchos amigos en Argentina gracias a la reumatología, podría nombrar muchos, “me han ayudado mucho, son muy amigos míos. Hemos hecho muchas cosas acá en la sociedad”, dice. En la reumatología panamericana también tiene muchos colegas que también han pasado a la categoría de amigos.
-¿Cómo se define Enrique Soriano como persona y como médico?
-Como persona creo que soy bastante trabajador, emprendedor, desordenado. Y comprometido, diría. También creo que soy responsable, pero a veces mi desorden hace que falle en mis responsabilidades, que me olvide de algo a lo que me había comprometido y no es porque no lo quiera hacer sino porque en mi desorden no lo noté. Creo que soy responsable, pero medianamente debido a mi desorden -, responde después de tomarse unos segundos para pensarlo. Cada palabra es dicha con la certeza de saber quién es. -En general acepto casi todo lo que me piden, tengo el sí fácil se podría decir -, agrega.
-¿Y cómo médico?
-Como médico creo que soy bastante profesional. No soy muy empático con los pacientes como se dice (risas), no soy de esos que los pacientes aman en la primera consulta, pero con el tiempo aprendemos a apreciarnos. A veces admiro a esos que tienen vocación de médicos, en mí esa vocación fue creciendo, no creo que haya sido un médico vocacional porque me gustara ayudar a los pacientes y empatizarse con ellos.
Es también el Director de la Maestría en Investigación Clínica y Director del Departamento de PostGrado en el Instituto Universitario Hospital Italiano de Buenos Aires. “Mi evolución ha sido más hacia eso, dedicarme a la parte de enseñanza e investigación”, asegura.
Le gusta mucho lo académico, estudiar, leer, investigar. “Me gusta enseñar mucho más que atender pacientes en sí -afirma- aunque me gusta ver pacientes cuando tengo buen tiempo para dedicarles”. El poco a poco se va dedicando más a lo académico: participar en discusiones, foros, la parte de enseñanza, generar proyectos de educación.
“A nivel personal estoy bien, contento con mi situación y logros”, dice. A nivel profesional creé que ha logrado muchas de las cosas que se ha propuesto. “En principio diría que estoy contento”.
Los logros que faltan es lo que está escalando en PANLAR y a nivel del hospital busca dejar una sucesión ordenada, “que la gente que me sigue continúe con los lineamientos. Ese es un poco el desafío, aprender a delegar y hacerse a un lado”.