“La vida ha valido la pena. Hemos trabajado intensamente”. Esas fueron las palabras de despedida que ´el profe Espinoza´´ me dijo la última vez que nos vimos en noviembre de 2019 durante el Congreso del Colegio Americano de Reumatología, en Atlanta.
Fue una amistad que duró 41 años. Tiempo que transcurrió en un abrir y cerrar de ojos. Todavía recuerdo como si hubiera sido el mes pasado cuando nos conocimos en un Congreso PANLAR en Bogotá, en 1978, y desde ese momento hasta la última vez que lo vi solo tengo memorias llenas de admiración, aprendizaje, y cariño.
Compartimos desayunos llenos de encanto en los cuales nos gustaba imaginar y crear el futuro. El profe fue un visionario y trabajador de principio a fin, lo cual resultó determinante para diversos proyectos: su apoyo para sacar adelante o ACCAR, en 1993, durante el IV Congreso Colombiano de Reumatología en Bogotá. El lanzamiento de GLEE, (Grupo Latinoamericano para el estudio de las Espondiloartritis), bajo la presidencia del Dr. Carlo Vinicio Caballero, en Santa Marta en 2003. Además de la realización del Primer Congreso Panamericano de Espondiloartritis en Cartagena, en octubre de 2005.
Siempre en estos espacios hay testigos de su trabajo. Por ejemplo, en Bogotá el doctor Antonio Iglesias en ese congreso PANLAR, y en Atlanta, su fellow preferido Luis Javier Jara y su destacado sobrino, el doctor Luis Vega.
En el Congreso PANLAR 1982, en Washington, el cual se realizó junto con el Congreso ARA (Asociación Reumática Americana) de ese año, el profe Espinoza con un grupo destacado de Líderes Latinoamericanos, los doctores Alarcón Segovia, Manuel Patarroyo, Antonio Reginato, y Graciela Alarcón, nos señalaron el camino a seguir.
También compartimos actividades en varios grupos de expertos donde tuvo una gran participación: GLADAR, GRAPPA, SPARTAN, entre otros.
Después de la presidencia de PANLAR del doctor Juan Angulo, de Perú, el doctor Espinoza como presidente se encargó de ayudar a definir nuevos horizontes para el futuro de PANLAR, así en su presidencia se seguiría consolidando la Liga que se proyectó en las siguientes presidencias de los doctores Antonio Ximénes, de Brasil; John Reveille, de USA; Carlos Pineda, de México; Carlo Vinicio Caballero, de Colombia; Enrique Soriano, de Argentina; y lo seguirá haciendo en la entrante Carlos Lozada, de USA. Hoy podemos ver los resultados de este enfoque visionario.
El profe realizó numerosas publicaciones, escribió múltiples libros, educó a una gran cantidad de fellows, dictó conferencias en varios países y recibió muchos premios. En fin, un recorrido por el mundo con su inteligencia, conocimientos, y mentoría.
Entre los muchos logros del profe están los criterios de Vasey–Espinoza y la asociación con el Gen BW38 en artritis psoriatica, los cuales todavía mantienen vigencia y ha sido uno de los grandes aportes de Latinoamérica en el campo de las Espondiloartritis.
Existen dos espacios que tuvieron mucha trascendencia para él y que se convirtieron en sus dos brazos: la Sociedad Peruana de Reumatología y el área académica con sus Fellows. Ya cada una se ha encargado y se seguirá encargando de contar sus historias y experiencias junto al profe.
No acabaría si nombro a todos los que se relacionaron con él, ni todos los lugares que tuvieron su proactiva presencia. El profe no solía negarse a regresar una y otra vez a sus raíces cuando era requerido. Solo me permitiré nombrar algunos de ellas en Colombia: Valledupar, Santa Marta, Armenia, Medellín, Bogotá, Cartagena, Barranquilla, Bucaramanga y Cali. Por supuesto estuvo en muchas ciudades del continente pasando por su ciudad de origen, Lima, y atravesando toda Latinoamérica, Estados Unidos, Canadá y Europa.
En conjunto con otros importantes profesores como Graciela Alarcón, Donato Alarcón Segovia, Antonio Reginato, Abraham Garcia-Kutzbach, Luis Javier Jara, Morton Scheinberg, Manuel Martínez, Carlos Pineda, John Reveille, entre otros, quienes como él, tuvimos el honor de ser honrados como Maestros del Colegio Americano de Reumatología ayudó a forjar y definir una parte importante de la especialidad en América Latina.
El profe Espinoza tuvo una vida repleta de triunfos en lo personal, familiar, y profesional. Se llevó la satisfacción total de haber vivido plenamente y de haber recibido los reconocimientos pertinentes, cosa que no todo hombre puede decir. Fue un SER especial que redujo el Universo a un solo abrazo; a una sola mirada; a un solo consejo.
Definitivamente fue un facilitador silencioso y muy efectivo. Un maestro las 24 horas del día, los 365 días del año.
Después de haber compartido con el profe Espinoza más de 40 años de vivencias, emociones, experiencias, momentos de alegría, preocupaciones, y desafíos, he llegado a la certeza de decir que un minuto de silencio no será suficiente para honrar su invaluable legado.