Por: Estefanía Fajardo
Un intercambio de correos, videollamadas y mensajes vía Whatsapp. Todo a través de la tecnología que tanto nos ha acercado durante esta pandemia por covid-19 y que permitió que a pesar de la distancia existiera una comunicación para conocer al doctor Adil Samara.
“Me gradué en 1959 en la antigua Facultad Nacional de Medicina de la Universidad de Brasil (hoy, Facultad de Medicina de la Universidad Federal de Río de Janeiro), fundada en 1808, la segunda más antigua de este país -10 días después de Salvador -Bahía-”, dice, y agrega, “por lo tanto, hace 63 años”. Samara nació en Araçatuba, estado de São Paulo, Brasil, el 7 de octubre de 1935.
Pensaba dedicarse a la anestesiología hasta que un día conoció al profesor Israel Bonomo, quien le habló sobre el reciente descubrimiento de la cortisona. De ahí en adelante, su vida estuvo ligada al tratamiento de las enfermedades reumáticas. (1)
En su relato, Samara cuenta que, en ese momento muy pocos se interesaron por reumatología, y sus razones van en que era “una especialidad muy desprestigiada que sólo cuenta con con el uso de analgésicos y antiinflamatorios”.
También estaba el oro coloidal - denominado fármaco base -, introducido en la reumatología por Jacques Forestier en 1929 en un Congreso Mundial de Reumatología, en Budapest. “Él mismo no estaba convencido de la eficacia de este fármaco cuando su padre Henry Forerstier le animó a seguir usándolo, quien por primera vez veía cierta mejoría en el tratamiento de la poliartritis crónica progresiva, nombre francés”, rememora Samara.
Ambos eran asistentes médicos en un famoso balneario termal en el sur de Francia, Aix Le Bains. “El profesor Forestier, por invitación nuestra, estuvo en Brasil en 1972 para un curso de radiología espinal y nos dijo que la idea de usar sales de oro en la Artritis Reumatoide se debió precisamente a su efectividad observada en la tuberculosis a mediados del siglo XVIII”, cuenta.
“Fui remitido a Gastroenterología en el Hospital Escola São Francisco de Assis bajo la dirección del profesor José Paula Lopes Pontes. Había dos pacientes internadas en el Pabellón 10 con Artritis Reumatoide, y los que pasaban por allí no hacían nada”, continúa en su relato. Y luego cuenta que, una mañana, asistió a una clase del profesor Israel Bonomo sobre la cortisona y los derivados secuenciales hasta la dexametasona. “Entonces le pedí que me acompañara a ver a las dos pacientes. Ya era casi la 1:00 de la tarde y en esa visita se fue a las 5 de la tarde”.
Bonomo acababa de llegar de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, considerada una de las ocho mejores universidades del mundo, donde había trabajado durante dos años al servicio del profesor Freiberg, que introdujo el oro coloidal en Occidente.
“Al terminar la discusión de esos dos casos, me preguntó si me gustaría hacer reumatología, a lo que respondí que sí. En la mañana del día siguiente fui llamado por el profesor Pontes en su oficina, y allí me preguntó lo mismo, si quería hacer Reumatología, y respondiendo que sí me asignó atender el ambulatorio de enfermedades reumáticas dos mañanas a la semana. Fue el comienzo de una vida que dura hasta nuestros días”, cuenta con precisión en sus palabras.
El comienzo no fue fácil, confiesa, “pues yo, después de mis prácticas con el profesor Bonomo, me trasladé a Campinas, donde vivía mi familia y era más fácil pagar el coste de la vida. Aunque visitaba a los médicos hablando de mis propósitos y esperando que me dieran prestigio, seguían enviando a los pacientes con dolencias reumáticas a los cardiólogos, por la lesión mitral residual en la fiebre reumática, a los médicos de cabecera, a los pediatras, por el uso profiláctico de la penicilina también en esta enfermedad, a los traumatólogos entonces por la ahora conocida artrosis, a los fisiatras, a los fisioterapeutas, e incluso a los psiquiatras”.
Después de un buen rato así, sigue en su historia, “un colega mío, oftalmólogo, me llevó al Instituto Penido Burnier (Hospital de Oftalmología con más de dos millones de pacientes registrados desde su fundación a principios de este siglo) y me presentó a todos diciendo que venía a hacer una especialidad nueva e instigadora, la reumatología”.
En este Instituto también había un médico y patólogo muy temido por sus compañeros, tal era su competencia clínica. “Allí fui a pedir de este colega ya fallecido que viera un caso de esa super clínica que hizo una incisión en la región plantar junto al halux y una contra apertura también en la región plantar junto al 5º dedo. Por último, sorprendentemente, frotó la planta del pie delantero lesionado, ungiendo con el ungüento Minâncora”.
Cuenta que para la historia no necesitó hacer “el menor esfuerzo” para sospechar de una crisis gotosa. “Créanme, caí en la simpatía del genio de Campinas que me llamaba todos los días para comentar algún caso de dolor y signos inflamatorios”, dice con gracia.
“La gota era una enfermedad muy rara entre nosotros, ya que, en 1940, se publicó un artículo sobre un único caso bajo el título: "la gota, no es un problema brasileño". Así que nos quedamos 20 años sin hablar de la enfermedad, que sólo cambió cuando el Dr. Bonomo, en una encuesta de todo el país, recogió 1.800 casos publicados en los anales del Congreso Italiano 1960 Minerva Médica”, indica Samara.
ENFOQUE
En este punto hay un espacio en su texto. Dividimos las historias, que no son pocas, como lo confiesa. Tiene mucho por contar y ya lo ha hecho en algunas oportunidades, pero siempre viene a la memoria algo nuevo, algo que cambió y algo que quedará.
“Historias no faltan para quien como yo, que ha sido profesor en una de las universidades más importantes de Brasil durante seis décadas, de doctorado a profesor titular y emérito, y que tiene en su haber como autor unos y coautor en Reumatología que no me atrevo a enumerar por miedo a que la arrogancia supere lo que aún me queda de modestia que me esfuerzo por tener”, dice, y agrega que tiene en su histórico más de 600 artículos publicados y 2.200 documentos catalogados.
En un artículo publicado por la Academia Brasileña de Reumatología, dice que “lo más apasionante sigue siendo curar, aunque sea pocas veces; mejorar casi siempre y consolar siempre” (1)
Pero aquí viene un punto importante, en el que no da más de lo necesario porque, como lo dice, busca seguir manteniendo la modestia y estar lejos de la arrogancia.
“El descubrimiento del pulso de cortisona ocurrió accidentalmente en mi Servicio en 1970 por uno de mis residentes con una dosis aún más alta que la utilizada por Morton Schainberg y Catch Kart publicada en The Lancet en 1976 (2)”.
Prof Adil Samara y Hilton Seda, PANLAR Punta del Este ( Uruguay) 1970.// Créditos: Asociación Uruguaya de Reumatología.
En nuestro caso, - sigue con la historia - la paciente era una niña del Instituto Bairral de Itapira en coma que luego se confirmó como Lupus. “La epidural continua con corticoide fue otra gran aportación en las metástasis de la columna vertebral como alivio del dolor hasta que se produjo el momento fatal. Además, la dosificación del calcio en el líquido sinovial antes y después de la adición de un disolvente, el citrato de sodio, midiendo la diferencia entre ambos, tiene un valor propedéutico estadísticamente más consistente que la microscopía de luz polarizada compensada, que depende del operador. No vendo el cristal, nadie está autorizado a que no tenga cristal, principalmente porque se disuelve dentro de las 96 horas posteriores de la recolección”.
Tiene un libro al que tituló “Muchas vidas, una memoria”. Es autobiográfico y fue lanzado en 2016 y en él cuenta la historia de un hijo de inmigrantes libaneses, así como la saga de su familia. Samara relata sus aventuras de juventud. Su elección de medicina, su vida académica en Río de Janeiro y el deseo de convertirse en reumatólogo lo llevan a conocer la historia de algunos de los más importantes reumatólogos brasileños. (3)
PANLAR EN SU VIDA
Directivos PANLAR 1986 - 1990, de izquierda a derecha: Dres. Duncan A. Gordon, presidente electo, Geraldo Gomes de Freitas, secretario general; Adil M. Samara, presidente, y Hugo E. Jasin, tesorero. // Créditos: Referencia 4
Samara ha sido presidente de la PANLAR (1986-1990); secretario general y vicepresidente de llar, (1986-1990); presidente de la Academia Brasileña de Reumatología (2002-2004), además de ser presidente de la conferencia “Medalla de Oro-Premio Joseph Bunin”, otorgada por el profesor Morris Ziff en ACR, en 1982. (1)
En la historia de PANLAR, Samara tiene un apartado especial. Así quedó plasmado en el libro histórico cuando hace referencia a que, en 1990, poco antes de terminar su mandato, el doctor Samara supo escuchar las señales de cambio que latían al interior de PANLAR.
Quizá estaba pensando en las sedes regionales que ayudó a fundar en Brasil cuando dijo frente a la Asamblea de la organización que era necesario enfrentar un nuevo reto. Frente a centenares de reumatólogos, Samara subió al estrado: “Para que en el futuro – dijo con voz pausada– las discusiones de esta Liga sean más integradoras, permítanme sugerirles a las futuras generaciones la posibilidad de crear dos ligas, una en el Norte y otra en el Sur del continente, o bien, si se quiere, una conformada por países latinos y otra por anglosajones. Estoy proponiendo una división regional basada en la geografía y el lenguaje que nos cobija, y no un intercambio cultural. En otras palabras, me parecería mucho más fácil y factible administrar dos ligas en el gran continente en que residimos” (4).
Estas reflexiones contribuyeron a la posterior reorganización de PANLAR con la creación de las cuatro regiones geográficas en las cuales actualmente se divide la Liga.
Los recuerdos de PANLAR son los mejores posibles, dice, “especialmente en cuanto a la nostalgia por los que se fueron y dejaron excelentes contribuciones a las nuevas generaciones para seguir estudiando, transmitiendo sus descubrimientos y educando a los otros”. Además, en 2008 recibió la distinción “Maestro de la Reumatología PANLAR”, la cual es otorgada a miembros cuyo aporte científico y/o reconocida labor académica, ha contribuido significativamente al desarrollo de la reumatología en su país.
Agrega que el progreso no tiene fin, “sobre todo en nuestro caso, debido a la extraordinaria complejidad de nuestras enfermedades incluso ante los avances más recientes”.
Y finaliza su relato con este mensaje a los “queridos e incomparables lectores”:
“Mi alma está allí, el infundíbulo de la arteria pulmonar como los antiguos creían que existía. Dondequiera que iba, llevaba el nombre de mi país, desempeñando las funciones más importantes en la Sociedad Brasileña de Reumatología en PANLAR, ILAR, etc”, concluye.
REFERENCIAS
- Adil Muhib Samara https://reumatobr.com.br/team/adil-muhib-samara/
- Cathcart E, Scheinberg M, Idelson B, Couser W. BENEFICIAL EFFECTS OF METHYLPREDNISOLONE "PULSE" THERAPY IN DIFFUSE PROLIFERATIVE LUPUS NEPHRITISBeneficial effects of methylprednisolone "pulse" therapy in diffuse proliferative lupus nephritis, The Lancet, [Internet]. 1976;307(7952):163–6. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1016/s0140-6736(76)91272-1
- Professor Samara . “Muitas Vidas uma sò memòria” https://hc.unicamp.br/professor-samara-lanca-livro-muitas-vidas-uma-so-memoria/
- PANLAR a través de su historia . Caballero CV (Editor ) - pag 88 http://www.panlar.org/sites/default/files/historia_de_panlar_75_anos_digital.pdf