“Decía que iba a estudiar medicina para ayudar a su abuela”, cuenta el argentino Bernardo A. Pons-Estel. Ese fue el estímulo para ser reumatólogo.
No duda en decir la razón por la cual decidió estudiar medicina porque tiene nombre propio: Rosario Romero. Ella era su abuela materna, a la que recuerda “con inmenso cariño”.
Fotografía de Rosario Romero. / Cortesía del Dr. Bernardo A. Pons-Estel
Ella tenía artritis reumatoidea, “era una persona que estaba muy discapacitada”, cuenta. Las afectaciones particularmente eran de las manos, de esas que hacían el arroz con leche que tanto le gustaba de pequeño y que aun saborea en su recuerdo.
Así fue como empezó todo.
“Siempre me gustó mucho acompañar a la gente, ayudar al prójimo”, confiesa. Para él se trató de algo que va de la mano de la educación familiar, “uno debe ir ayudando o dando soporte a las personas que están en situaciones más críticas… ser solidario”.
Pero su abuela no fue su única motivación para decidirse por esta profesión. Había algo más. Se trataba de alguien ya médico que con sus acciones lo llevó al camino de la medicina. Ese era aquél hombre en su ciudad natal, San Justo, en la provincia de Santa Fe, al que, afirma, “admiraba mucho”. Se trata del doctor Macera.
Era el médico del pueblo al que “siempre que se le llamaba, él estaba ahí, en la casa de quien sea y en cualquier horario, tuviera o no una posición económica holgada. Lo recuerdo mucho porque cuando de niño yo sufría de falso crup, que se trata de algo que irrumpe en la madrugada –destaca— el doctor Macera era como mi salvador, el que me permitía respirar”, rememora. Y así fue. Desde 1978 es médico, no es un doctor Macera, es el doctor Pons-Estel.
Son lo que él llama anécdotas que quedan prendidas en la historia personal.
Es hijo de Guillermo Pons-Estel y Rosario Ruiz, esposo de Adriana Silvestre, que al decir a qué se dedica señala que es “licenciada y máster en enfermería, pero especialmente su compañera de andanzas”, padre del también reumatólogo Guillermo J. Pons-Estel. También es abuelo, Alejandro es su nieto de cuatro años y Rosa Serrano, de Almería, España, su nuera. Ella es también médica y especialista en enfermedades autoinmunes, quienes están radicados actualmente en Rosario, Argentina.
SUS COMIENZOS
Al principio quiso hacer inmunología. Estaba entre esa especiadad y la reumatología. “En definitiva terminaron siendo las dos”, sostiene.
Ya en su carrera, tuvo un par de profesores muy importantes a quienes recuerda con especial cariño: Carlos Battagliotti y Norberto Quagliato. “Me hicieron gustar mucho de la especialidad y particularmente del lupus. Fueron mis mentores en la decisión de definirme por la reumatología, sin olvidar la historia de mi abuela”, destaca.
A partir de ese punto la investigación fue parte de su vida. “Tengo muchísimo para divertirme”, cuenta entre risas.
Se graduó como médico de la Universidad Nacional de Rosario. Su especialización fue en la Universidad de Columbia, Missouri y la Universidad de New York, en Estados Unidos, donde fundamentalmente aprendió a investigar.
Cuando no está en el consultorio, continúa su tarea en el “bunker”, como llama la familia a su oficina donde trabaja en algún proyecto de investigación. “Tengo seis o siete horas de consultorio al día. Despierto a las 5 o 6 de la mañana porque empiezo la consulta a las 9, en esas cuatro horas me dedico a la investigación epidemiológica”.
-¿Cómo le saca tiempo a todo?, es la pregunta
-Le robamos tiempo a otras necesidades o dedicaciones como es la familia... reconozco que le robo demasiado tiempo. Fines de semana encerrado o actividades y salidas postergadas.
“Mi hijo es médico, mi nuera es médica y mi mujer es licenciada en enfermería. Lo inteligente de todo esto fue involucrar a toda la familia en una misma pasión”, seguida de esta afirmación las risas hacen presencia. No olvida el amor familiar, y que este sea acompañado de la pasión de servir a otros a través de la medicina hace más especial su hogar.
ETAPA DE INVESTIGACIÓN
Hace muchos años, a mediados de los 80, desarrolló un proyecto con un grupo de amigos. Todos volvían de haberse formado en diferentes países, pero las ganas de investigar los unía. Así empezó este capítulo de su vida.
“Cuando volvimos al país nos conocimos y empezamos a trabajar juntos. En esa época todo lo que se hacía era con papel y lápiz trazando palitos, uno, dos, tres, cuatro y el quinto era cruzado. Así íbamos contando pacientes”.
De los palitos pasaron a la tecnología. Empieza a aparecer la computación y juntos desarrollaron un programa llamado Arthros.
Recuerda que en un congreso nacional de la Sociedad Argentina de Reumatología, quedaron seleccionados entre los primeros trabajos. Se trataba de un programa desarrollado para realizar estudios epidemiológicos. “Llegó un profesor de México, el Dr. Donato Alarcón-Segovia, le interesó el proyecto y quiso tener una entrevista con nosotros y fue asi que le propusimos hacer un trabajo juntos”. Es ahí donde arranca GLADEL.
GLADEL es el Grupo Latino Americano De Estudio del Lupus, creado en 1997 con el Profesor Donato Alarcón-Segovia, de México. Desde el inicio, entre ambos coordinaron el proyecto en el que se incluyeron 34 centros de 9 países.
Así empezó el primer estudio epidemiológico latinoamericano. “Fue de los trabajos más encumbrados del lupus en Latinoamérica, donde había poca investigación”, destaca con notable orgullo.
Siguió GLADAR, el Grupo Latino Americano de estudio De Artritis Reumatoidea, del que también fue fundador y coordinador general. Este reúne a 43 centros de 14 países.
Otro de sus proyectos es GLADERPO, Grupo Latino Americano de estudio De Enfermedades Reumáticas en Pueblos Originarios. “Estudiamos más de 10 etnias indígenas de Argentina, México y Venezuela, y más recientemente de Ecuador y Colombia”.
En este también es fundador y coordinador general junto a las doctoras Ingris Peláez, de México, Ysabel Granados, de Venezuela y Rosana Quintana, de Argentina.
“Sabíamos lo que pasaba con los blancos en Europa y América del Norte, con los asiáticos y los afro-americanos, pero nada de nuestra población. Hoy en día tenemos entre las publicaciones de GLADEL y las colaboraciones más de 80 trabajos publicados a nivel mundial en referencia a este tema”, asegura.
Lo más importante, agrega, “es que detectamos que los mestizos tienen una enfermedad mucho más severa que los caucásicos, e incluso se comportan muy parecido a los afro-americanos. Nuestra población es diferente, por lo que se debe tener un abordaje diferente”.
Y por último, dentro de los grupos de investigación están GLA-GENLES y GLA-GENAR, Grupos Latinoamericanos de estudios en el Genóma en Lupus Eritematoso Sistémico y Artritis Reumatoidea, respectivamente. Aquí es el coordinador junto a la doctora Marta Alarcón-Riquelme, de México/España.
El bonus viene con GLADEL 2.0, creado hace cinco años. “Eso significa incorporar a la nueva generación, los menores de 40 años apasionados por el lupus”… “Uno de ellos es mi hijo”, dice con orgullo.
Ellos son los que están siguiendo con todo esto, “son el futuro y nuestra garantía de continuidad”.
Esta pasión de generar conocimiento para nuestra propia población, nuestras etnias, nuestras culturas y nuestra gente es lo que lo mueve. Para él es clave no importar conocimiento del exterior sino crearlo aquí, para su gente, esa que desde que era un niño quiso ayudar y que con el paso de los años se intensifica el deseo. “Eso nos une como pasión”, asevera.
SIN BATA Y FUERA DE LOS ESTUDIOS
Fue presidente de la Sociedad Argentina de Reumatología (2011-2013), presidente del X Congreso Mundial de Lupus (2013), presidente del congreso PANLAR 2018, presidente del Lupus Academy 2019 (Varsovia, Polonia) y es actualmente miembro del Comité de Ciencia y Educación de PANLAR.
Fuera del consultorio, de las investigaciones, congresos y deberes profesionales, sus pasiones son otras.
Aunque tiene claro que la Medicina ocupa el primer lugar, le siguen el cine, la lectura, la música y el deporte.
Disfruta de películas “testimoniales y costumbristas”. Por esa misma línea va en cuanto a su selección de libros. Se vuelca a la literatura Latinoamericana y sus autores preferidos son García Márquez, Cortazar, Neruda, Benedetti y Galeano. Y si de música hablamos lo suyo es Mercedes Sosa, León Gieco, Pink Floyd, los Beatles y los Rollings.
-¿En la comida?
- Toda… Excepto el pepino.
-¿Y en el fútbol?
- Hincha de la selección Argentina, de Boca Juniors y el Barcelona que tiene al rosarino Leo Messi. También me gusta el tenis, básquet y rugby.
PANORAMA
La plataforma de lanzamiento de la investigación en reumatología en América Latina se está elevando significativamente, dice el especialista. “Esto no es obra de la casualidad ni responde al azar, sino al interés creciente de las sociedades científicas como PANLAR y las Sociedades Nacionales de Reumatología que reaccionan hacia un nuevo paradigma y estimulan a sus actores, preparándolos para ser los protagonistas de este desafío”.
Todo esto, agrega, ocurre en nuestros países con un entorno de transición epidemiológica, “donde el desafío continúa siendo atender los problemas de salud vinculados a la pobreza, pero a la vez debiendo enfrentar el reto de las patologías propias del desarrollo, entre ellas las patologías crónica-degenerativas, y en ese marco las enfermedades autoinmunes y reumáticas”.
Aquí entra el factor de una composición étnica muy heterogénea en Latinoamérica, a la vez que se encuentra atada a un entorno geográfico, económico y social con grandes inequidades y desafíos.
Para él, “esta alquimia hace que seamos tan diferentes como únicos, por lo tanto hay que reconocer nuestra realidad y así concientizar a las nuevas generaciones de reumatólogos que el generar conocimiento propio se torna imprescindible”.
En este sentido las evidencias demuestran que se está dando un salto cuánti-cualitativo en la producción científica en Latinoamérica. “Lo estamos observando, seguimos su evolución, convencidos de que su crecimiento será exponencial”, y afirma que es tanto que le gustaría “volver a responder esta pregunta dentro de cinco años”.
La creación de GLADEL en 1997 ha significado la incorporación de una nueva generación de especialistas motivados en seguir generando investigaciones y procesos que permitan que la región esté actualizada y sea reconocida a nivel mundial.
“Basado en las publicaciones y en el trabajo continuo de más de 20 años se ha demostrado que el lupus en Latinoamérica es diferente y por lo tanto debemos estar preparados para enfrentar esta situación”, asevera.
En noviembre del 2014, durante el Congreso ACR de Boston, se reunieron con el objetivo estratégico de comenzar a generar un recambio generacional y desarrollar redes de colaboraciones. Es así como se creó GLADEL 2.0, que involucra a una nueva generación de reumatólogos jóvenes, el que llama “semillero”.
“El colectivo GLADEL ya estaba en movimiento, por lo que la tarea fue simple a la vez que muy alentadora. Muchos jóvenes se unieron y hoy estamos dando otro gran salto, la creación de una nueva cohorte Latinoamericana para el estudio de pacientes con nefritis lúpica, donde participan 43 centros, de 10 países de Latinoamérica”, afirma.
Por lo anterior, y basado en el compromiso compartido entre los GLADELES originales y los GLADELES 2.0 (jóvenes), “el futuro resulta increíblemente alentador”, dice.
EN FAMILIA
Cuenta con más de 10 libros de la especialidad y más de 130 publicaciones en revistas indexadas en PubMed. Su vida es investigar para generar conocimiento al servicio de otros, y se emociona un poco más cuando se trata de aspectos locales. Algo que también hace en familia.
Participa junto a sus discípulos, entre los que se encuentra su hijo y su nuera, en el Centro Regional de Enfermedades Autoinmunes y Reumáticas (CREAR), en Rosario, Argentina, y con su mujer, especialista en Salud Púbica, en el estudio de pueblos originarios (GLADERPO).
-¿Una misión en familia?
-Es un lujo hacerlo -responde con notable emoción.
Ahora, dice con nostalgia que, cada vez que consigue un logro importante se acuerda de su abuela, de su padre, maestros y de su familia a la que por años “le ha robado un poquito de tiempo” para contribuir en el conocimiento y ayudar a los demás.
-¿La mejor enseñanza de la medicina?
-La pasión, el servicio y el trabajo para generar conocimiento propio en esta parte del continente- concluye.