“Estaba esperando tu llamada”, dice al contestar el teléfono. Era una cita acordada en medio de su entonces agenda ministerial, pero una de la que no dudó un segundo en aceptar y abrir un espacio. Al otro lado de la línea está Julio Daniel Mazzoleni, hasta hace unos días ministro de Salud de Paraguay, médico reumatólogo de profesión y, como él dice, con una vocación de servicio que lo ha acompañado a lo largo de sus 49 años.
Tiene varias “facetas” y cuando las recuerda no lo hace como capítulos independientes sino como un todo, lo cual le permitió dirigir la salud de su país “después de la peor epidemia de dengue”.
Es médico, es reumatólogo, es profesor, es Capitán de Corbeta de Sanidad, ministro, esposo, papá, colega… Es todo lo que ha construido y de todo se siente orgulloso. “La vida ha sido generosa conmigo y me ha permitido tener muchas facetas y he disfrutado de cada una de ellas, todas han sido desafiantes, pero también bastante enriquecedoras”.
Doctor en Medicina, egresado en el cuadro de honor de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción. Adicionalmente, realizó la residencia en Medicina Interna, además de una especialización en Reumatología, en la Universidad Emory, de Atlanta. “Una perspectiva bastante variada”, dice al hacer un listado de sus diferentes labores.
Julio Mazzoleni es paraguayo, nacido en Asunción, el 19 de diciembre de 1971, es casado y padre de dos hijos.
Antes de asumir como ministro, se desempeñó como jefe del servicio de Reumatología del Hospital Central del Instituto de Previsión Social. También fue parte del plantel médico del Hospital de la Sanidad de la Armada Paraguaya y, tras prestar servicio como médico de la Sanidad Militar por 18 años, se retiró voluntariamente con el grado de Capitán de Corbeta de Sanidad. Además, ejerció como médico reumatólogo en su práctica privada por 15 años y dos veces presidente de la Sociedad Paraguaya de Reumatología.
DESAFÍOS FRENTE A LA PANDEMIA
“Es una situación desafiante. Son desafíos uno tras otro. Salíamos de la epidemia de dengue más grande de las últimas dos décadas en Paraguay y tocó enfrentarlo con un sistema de salud frágil y un personal cansado”, cuenta de esa experiencia como ministro.
Albergues obligatorios para quienes llegaban de zona de frontera, cerraron eventos sociales, posteriormente la incorporación de medidas de distanciamiento físico y lavado de manos y cuarentena.
De sus decisiones más difíciles, señala, está el cierre del país con dos casos de covid-19. “Esto, producto de un análisis honesto de nuestras limitaciones, del dengue reciente y del no poder descartar una circulación comunitaria. Después, como casi todos los países de la región y del mundo, el acceso a insumos, las dificultades para las compras y a la llegada problemas con algunos que no reunían las especificaciones técnicas. Son momentos complicados que se deben saber administrar”.
VOCACIÓN
“En realidad lo mío nunca fue algo específico hacia la Medicina”, cuenta de su vida. Con el tiempo el desafío que significaba lo académico, pero sobre todo la vocación de servicio el camino se fue mostrando claro. “Eso me terminó llevando a esto, a la Medicina”, agrega.
Con la Reumatología, dijo, se trata un poco de “las casualidades de la vida”. Y en Estados Unidos la descubrió en medio de “tantos secretos, letras raras y pequeñas”. “Quedé prendado de esa especialidad y cuando hacía Medicina Interna ya sabía lo que quería ser”, puntualiza
En su vida pública y política trae una enseñanza inmensa de la Reumatología. “Basarse siempre en la evidencia, pero aprender a convivir con cierto grado de incertidumbre. Pelear todo lo que puede cambiarse y aceptar realidades que no se pueden cambiar. Eso es una práctica cotidiana para los que somos reumatólogos, lidiar con enfermedades complejas, algunas sin tratamiento específico. Esa es la magia de la reumatología, uno se basa siempre en evidencia, pero ante enfermedades poco conocidas se convive con una cierta incertidumbre”, sostuvo.
A su regreso a Paraguay, cuenta, “había muy pocos reumatólogos”, por lo cual el campo de acción era bastante amplio. “Si bien tengo áreas de interés como la artritis reumatoide, lupus, enfermedades inflamatorias, me tocó también ver niños porque cuando llegué no había reumatólogos pediátricos”.
“También he tenido la oportunidad de montar un servicio de Reumatología en el Instituto de Previsión Social, así que cuento con la la satisfacción de educar varias generaciones de discípulos”, manifiesta, y de esto último, agrega “es una de las mayores satisfacciones en mi carrera profesional. El nivel del programa ha crecido exponencialmente y muchos de esos discípulos son mejores que el maestro”, indica.
Ante esto, recuerda que en el primer día de clase le decía a sus estudiantes que cuestionen todo, especialmente a él. Y en el último día, dice, el consejo era “siempre compartir los conocimientos con cualquiera. No hay que guardarse nada de lo que uno aprenda, eso es la esencia de la Medicina y de la docencia”.
“Todas esas vertientes de mi vida me ayudan mucho. Por el lado del aspecto militar me orienta a la disciplina, hacia la solución y los cursos de acción. En el aspecto científico siempre trato de estar bajo la sombra de la evidencia para todas las acciones que emprendemos, además, la parte docente permite tener la inteligencia emocional que nos conecte con la gente y compañeros de trabajo”, y a este análisis agrega su rol de ex asesor de la industria, lo cual le permite conocer de manera periférica todo el escenario y la posibilidad de articular alianzas en circunstancias como esta.
Sobre sus colegas y el personal médico que está en la primera línea atendiendo la pandemia sólo tiene palabras de agradecimiento. “Lo que digo cada vez que tengo la oportunidad es que me enorgullece profundamente ser el rostro visible de un ejército de blanco en Paraguay. En nuestras trincheras alrededor de las terapias y las urgencias, que se extiende a todo el sector salud. Esta situación ha dado más valor al aporte de los trabajadores de la salud y ha puesto en perspectiva para el país la necesidad de fortalecer el sistema de salud, el cual todavía es un desafío en curso”, cuenta.
PANLAR
Se declara como un “firme creyente” en la necesidad del fortalecimiento de PANLAR. “Siempre me he sentido parte y cuando me ha tocado ser en dos ocasiones presidente de la Sociedad Paraguaya de Reumatología hemos hecho todo lo posible para el crecimiento que hoy tiene y que ha sido realmente importantísimo en la última década”, indica.
Agrega que desde Paraguay se ha orientado el trabajo de sus fellows para que pudieran publicar, que estuvieran siempre pendiente de las acciones de PANLAR, participar activamente, además de la capacidad de integrarnos a otras organizaciones y conexiones con la ACR y EULAR.
“Estoy muy contento con el desarrollo de la organización y soy un gran creyente en la fortaleza y futuro que tiene”, manifiesta.
VIDA FAMILIAR
Los horarios, cuenta, no han cambiado mucho siendo médico, docente o ministro, “pero el nivel de responsabilidad y, sobre todo, el nivel de exposición mediática sí. Y es difícil de administrar a veces para mi familia, pero cuento con el apoyo”. Las críticas están a la orden del día, manifiesta, “una realidad que seguramente se vive en todos los países” y es por ello que el respaldo familiar resulta esencial.
Su esposa es, además, colega, Shantal Agüero, es flebóloga, y madre de sus dos hijos, Lucca y Nicola, de 19 y 18 años respectivamente. Lucca está orientado a la economía, mientras el menor se va por el lado de artes liberales “y probablemente algo del ámbito de la psicología”.
La vida familiar, admite, ha sido desafiante. “Mi esposa ha sido capaz de poder lograr espacios en los que compartimos tiempo de calidad. En la noche o los fines de semana conectamos, apuntamos a lograr esa interacción de calidad y ella es la persona que lo logra”, admite.
También se extraña atender pacientes y ser profesor. “La oportunidad que he tenido de ejercer impacto sobre un mayor número de personas seduce bastante. Pienso que me gustaría un papel gerencial, quizá en diplomacia en salud, prepararme para un organismo internacional o seguir en un rol de servicio dentro de mi país”, indica.
“Extraño mucho la cercanía, el debate científico, la integración. Un poco de esa interacción más cercana con cada uno de mis pacientes. Los reumatólogos tenemos la particularidad de mantener una relación por años con nuestros pacientes, se establece una conexión muy fina, y esos lazos son difíciles de romper y se extraña”, manifiesta.
De su infancia habla que fue bastante feliz. Sin mayores circunstancias particulares. “Fui un chico más bien aplicado, enamorado del deporte, me gusta mucho el fútbol y lo sigo practicando, entonces estuve muy conectado a esa cultura. Eso marcó mi vida. Y en el ambiente universitario incursioné en la parte gremial”.
“Soy hincha de un equipo muy pequeño, Nacional, es modesto en su popularidad. Soy hijo de un dirigente de fútbol y de ahí viene la influencia, además de alguien que ejerció la política hasta cierto punto”, cuenta.
DECISIONES
“He tomado muchas decisiones que parecían que iban a definirme o restringirme y la vida ha tomado caminos distintos. He tenido la oportunidad de dedicarme a la parte académica, en el ámbito militar, jamás pensé que iba a incursionar en el ámbito político. No cambiaría nada, creo que tengo la gran bendición de poder haber incursionado en casi todas las facetas que un médico puede tener y me considero muy afortunado por ello. Ha sido muy enriquecedor y me siento muy satisfecho por ello”, reflexiona el doctor Mazzoleni.
Cuando le propusieron ser ministro, confiesa, le parecía “un poco surreal”.
“Yo venía colaborando con el presidente de mi país, a quien conozco de toda la vida, y parecía bastante informal, si bien lo hacía con mucha responsabilidad. Así que cuando escogió una persona de mi perfil, más bien técnico, conocedor del sistema, pero sin militancia política, realmente sentí el peso de la responsabilidad, pero también que era el momento propicio en mi vida para tomar un desafío de esta magnitud, salir de la zona de confort. Resultó casi irresistible y fueron sentimientos encontrados de enorme responsabilidad y de una situación personal que me tenía preparado y dispuesto para el desafío”, relata.
En América Latina, reflexiona, el principal reto es el financiamiento, “de las enfermedades de baja prevalencia, medicamentos de alto costo”. Agrega que “la Reumatología avanza a pasos agigantados, pero muchas veces las terapias complejas que ofrecemos en nuestros países es un poco heterogéneo”.
Fotos tomadas de las cuentas del Dr Mazzoleni en twitter e instagram